Translate

martes, 14 de enero de 2014

NUESTRA UNIÓN CON CRISTO


Lectura Juan 17:19/23
Texto:  Juan 17:21
       Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste  
     

      Los versículos leídos, de todos es sabido, corresponden a una parte de esa oración que Nuestro Señor Jesucristo elevo al Padre; y en ella nos descubre las interioridades de su corazón a favor nuestro.

      El propósito de esta lectura, no es otro que resaltar esta gran verdad de la unión del creyente con Cristo.

      Ni que decir tiene, que esta oración sale del alma de Cristo como algo que lleva grabado en su corazón como propósito de Dios, y que trató de enseñar a sus discípulos; más preocupados en ser ensalzados unos sobre otros queriendo evitar la Cruz y mal entendiendo su misión y sus palabras.

      Leer el capítulo 14 de Juan, y hallareis el esfuerzo del Señor Jesús para darles a conocer esta verdad: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. Jn.14:20

      Y fue   aquel día”  el de Pentecostés, que estos mismos discípulos pudieron conocer revelado en lo intimo de su ser, que Cristo era “uno” con ellos en su propia vida interior. Desde entonces, podemos decir que Cristo Jesús esta en el creyente y a la vez el creyente en El.

     

         I.-  NUESTRA UNIÓN CON CRISTO

      Esta unión no es nuestra, no de nosotros; es una verdad revelada, un inexplicable misterio de todo un Dios que quiere y mora en el creyente por muy “niño en la fe” que sea.

      Somos protagonistas de una verdad efectuada en nosotros, por el propósito de Dios e interés y voluntad de Cristo. “que también ellos sean uno en nosotros”.

      En 1ª. Co. 3:16, el apóstol Pablo nos revela lo que debemos saber a cerca de esta unión, ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?  El apóstol Pedro en su 2ª. Carta 1:4, nos dice: “somos participantes de la naturaleza divina”

      Hermanos, estamos manejando conceptos divinos que son realidades gloriosas manifestadas en su Gracia en  favor de nosotros. Somos templo de Dios y morada del Espíritu Santo: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?  ¿Estaremos viviendo ignorantes o inconscientes de esta verdad y privilegio que tenemos? Dios morando en nosotros, nos dice el apóstol Pablo. Pregunto: ¿somos nosotros los que estamos con El, ó es El que está en nosotros? Y si esto es así,  ¿no sería conveniente que revisáramos nuestras vidas para saber quién se aleja de quién?

 

      II. – EL CARÁCTER QUE IMPRIME ESTA UNIÓN

        Cuando más plenamente los creyentes sepamos vivir y valorar en nosotros esta bendita unión, más claramente entenderemos y apreciaremos por el mismo Espíritu, este gran misterio y el carácter que imprime ó debe imprimir en nuestras vidas esta gloriosa unión, como poseedores de ese tesoro que es Dios morando en nosotros y darnos la potestad de ser hechos hijos de Dios.  De modo y manera, que lo que estamos descubriendo en las escrituras, no es una novedad, sino una realidad de lo que ya ha sido efectuado en nosotros. No se trata de opiniones ni de meros sentimientos ó emociones por muy fuertes que estos sean; no se trata de algo que se debe sentir, sino de algo que somos y por consiguientes debemos manifestar.

      Somos hechos hijos de Dios somos engendrados y nacidos del Espíritu Santo, somos hechos participes de la naturaleza Divina, participantes de la vocación celestial: El carácter de Dios es santo y por lo tanto, así debe ser todos los que somos “uno” en El; es el mismo Señor Jesucristo el que nos revela que esta “unión” (comunión) tiene su principio en la Santificación. Jn.17:19

 

      III.-  LA PRUEBA O MANIFESTACIÓN DE ESTA UNIÓN

        Por lo que se desprende de lo considerado hasta ahora, el creyente por obra gracia y espíritu de Dios, ha adquirido una nueva identidad y carácter que se ha de manifestar en su andar, comportar, y hablar en este Mundo.

      La Palabra de Dios revelada, nos descubre y pone ente nosotros ejemplos a seguir, para probar ó manifestar de alguna manera el carácter e identidad que hemos adquirido al haberle recibido.

      En Lucas 6:45, el Señor Jesús establece un principio, (real como la vida misma) “porque de la abundancia del corazón habla la boca” y este principio fue el que El mismo constantemente manifestó, veamos : “las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí”…Jn.14:10 “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió” Jn.7:16 “nada hago por mí mismo, sino que según me enseño el Padre, así hablo”Jn.5:19-30

      Eh aquí la prueba ó la manifestación que el Señor nos dio, por la que su unidad con el Padre podía ser reconocida. Exactamente como el árbol, que por su fruto se puede reconocer.

      Y mis queridos hermanos y amigos, no habrá en nosotros prueba o manifestación de esta unión con Cristo, a menos que tengamos los mismos gustos, mismo hablar y obrar, mismo pensar, mismos propósito y mismos ideales; (Oh!, ¿acaso no tenemos la mente de Cristo?) ¿No nos dice el apóstol que  “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”? Efe.2:10

      Juan el evangelista en su primera Epístola, está manifestando este mismo principio y nos dice: “lo que hemos oído, lo que hemos visto, lo que hemos contemplado y nuestras manos han palpado; eso os anunciamos 1ª.Jn.1:1-3 y 5, este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos”.

      Juan está empleando los mismos términos que Cristo empleo, como prueba de la unión y comunión con Cristo; comunicándonos sus mismas palabras y mandamientos, y nos recuerda de alguna manera, la misma actitud en enseñanza de Cristo, diciéndonos: “en esto sabemos que le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos.”1ª.Jn.2:3“El que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él.” 1ª.Jn.3:22-24

      Con respecto a esto, Nuestro Señor Jesucristo nos decía: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” Jn.14:15, “Si guardaréis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos, de mi Padre, y permanezco en su amor.” Jn.15:10

 

      IV. -  NUESTRA ACTITUD RESPONSABLE

        Hemos estando considerando el carácter que imprime en el creyente esta unión con Cristo y la  prueba ó manifestación,  que caracteriza esta unión ó comunión.

       Ahora el apóstol Juan, en su 1ª. Epístola 2:4 y 6, nos está exhortando a una disposición de ánimo responsable, con el objeto de cómo manifestar esta unión. “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él.” “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” Y en el versículo 7 dice: “que no nos escribió mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio;” y al que sea hecho referencia.

      Bien, lo primero que debemos tener en cuenta aquí, es que no se trata de una actitud que Dios toma por nosotros, sino todo lo contrario.El que dice…. debe tomar esta actitud como el carácter real y verdadero de un creyente que quiere manifestar la vivencia de Cristo en su corazón, por cuanto es templo de Dios en espíritu.

      El que dice que está en El, debe andar.” Es una actitud por la cual el creyente, que dice,  está obligado a manifestar, no por ley natural, sino por ley divina; como también en Hbr.12:13/14, ·haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino”….”Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie vera al Señor.”  El apóstol Juan, ha puesto delante de nosotros las señas de la identidad é identificación con Cristo, y apela a la realidad de unos frutos visibles y vitales, que han de ser la manifestación de CARÁCTER  o modo de SER de todo creyente.

      No valen aquí, los sentimientos ó emociones que siempre son íntimos y subjetivos; sino todo lo contrario, aquí se apela a la actitud que debe tomar el creyente, puesto que se trata como consecuencia de haberle conocido: “de guardar,” “de estar,” “de hacer,” “de agradar,” “de andar” y “testificar;”  como prueba evidente de nuestra verdadera identidad divina.

      Mis queridos hermanos, hemos estando considerando conceptos divinos revelados a nosotros los creyentes, que por nuestro nacer de nuevo en santificación del Espíritu, hemos adquirido una nueva dignidad de SER hechos hijos de Dios y participantes de la naturaleza divina, según el puro afecto de su voluntad.

      Hemos visto en las palabras de nuestro Señor Jesucristo, como nos revela la prueba evidente de su unión con el Padre cuando leíamos: “Yo lo que a él agrada hago siempre” y “las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo”

      Se ha estado considerando, como esos mismos principios revelados por Cristo, fueron los de los apóstoles según, 1ª.Jn.1:1, y que estos mismos principios han de ser los nuestros también, como prueba evidente de nuestra unión con Cristo.

      Quiera el Señor, que estas verdades reveladas a nosotros, sirvan para concienciarnos del tamaño privilegio que tenemos y podamos experimentar, con verdadera vivencia y convicción, que somos morada de Dios en Espíritu; y que no hemos de esperar a que él venga a nosotros, sino a realizar en nuestra vida la gran verdad, de ser morada y experimentar con verdadera realidad la gran verdad de: Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Ma. 28:20

 

      V. – EL PROPÓSITO POR EL CUAL ORÓ CRISTO

        “Para que el mundo crea que tú me enviaste. “

        Es el mismo Señor Jesucristo que oraba, “por los que habían de creer en El, por la palabra nuestra” y relaciona o condiciona, la manifestación de nuestra unión y comunión con él; con el objeto y propósito divino, de que el mundo crea en él y por él sea salvo.

      Y en la proporción que el Espíritu Santo penetre y llene, (aun más si cabe) el corazón de cada uno de nosotros y manifestemos la vida que hay escondida en nosotros; sin duda alguna, que esto tendrá un efecto en las gentes del mundo más que muchas predicaciones. ¿Oh no es esto lo que quiso decir el apóstol Pablo: ?  “Vosotros sois epístolas leídas para las gentes.2ª.Cor. 3:2/3  ¡No era esto mismo lo que las gentes decían y conocían de los apóstoles cuando expresaban que les “reconocían que habían estado con Jesús.! Hch.4:13

      Y el resultado de esta unión y comunión no ha de ser otro que este, Para que el mundo crea que Dios ha enviado a su Hijo a fin de que el mundo sea salvo por El.” El objeto principal de la encarnación del Verbo Divino, no es otro que el obrar la redención del hombre, y esta se realizó en la cruz del Calvario; y nuestra responsabilidad, actitud y mandato es el anunciar las virtudes de aquel que nos llamo;” 1ª.Pd.2:9  Pronunciando sus palabras, anunciando su doctrina, su pensar y su propósito eternal de gloria para el hombre: Guardando amando y haciendo que amen y guarden sus mandamientos a fin de que los hombres nos tengan por ministros de Cristo, y dispensadores de los misterios de Dios.” 1ª.Co.4:1/2 –Lectura en Efesios, 3:16/21

                                                                                        V. Ibáñez

vicenteibanezsaes@hotmail.com.