Translate

sábado, 14 de octubre de 2017

¿QUERÉIS ACASO, IROS TAMBIÉN VOSOTROS?

            ¿ QUERÉIS ACASO IROS TAMBIÉN VOSOTROS ?

                                Lectura: San Juan Cap. 6
                                    Texto: Jn.6:67
           ¿Queréis acaso iros también vosotros?

            El contenido de este capitulo, es el episodio más largo del ministerio de nuestro Señor Jesucristo en Galilea, y corresponde a su tercera estancia narrado por Juan, e incluye: El milagro de la multiplicación de los panes y peces (1/15), el del andar de Cristo sobre las aguas (16/21), el discurso de la sinagoga de Capernaum sobre el Pan de vida; (25/59  cierto es que antes hay una mención donde se describe, la búsqueda de aquellas gentes que habían sido alimentadas en la mencionada multiplicación de panes y peces, (22/24) y que por esta causa dio origen a la disertación sobre la conveniencia de buscar la comida que a vida eterna permanece; manifestando al propio tiempo a la multitud, el verdadero carácter de su venida como enviado de Dios y no como un Mesías temporal y político que pudiera satisfacer sus exigencias materiales.
            Su fama había llegado, por decirlo así, a su apogeo en Galilea y aprovecho para hacer de Capernaum su segunda estancia y centro de su actividad misionera, tras el rechazamiento de sus conciudadanos de Nazaret. (Lc.4:16/30)  En ninguna otra parte pronuncio Jesús tantos discursos y efectuó tantos milagros como aquí.
            Por lo que nos relata Juan, al día siguiente la gente fue tras Jesús, hallándole en Capernaum; pero el Señor sabia muy bien por qué le buscaban y prefirió manifestarles claramente, que su misión no era lo que ellos pretendían, sino todo lo contrario; anteponiendo ante ellos la prioridad espiritual ante lo material, y  es en este sentido que les habla, declarándoles que el espíritu es el que da vida, la carne y sus apetencias mas nobles de nada aprovecha; las palabras que ha pronunciado son espíritu y son vida y han de ser creídas y aceptadas por fe como obra de Dios.(29 y 63)
            El Señor Jesús les habló, a instancias de las preguntas que le formularon, sobre el pan que sus antepasados comieron en el desierto como “pan del cielo”  y les revela que él es el pan de vida, dado por el Padre que puede saciar toda hambre y sed espiritual de los hombres: Y sigue hablando y enfatizando que es el Padre quien les da ahora, el verdadero pan que ha descendido del cielo y da vida al mundo; vida sobre-natural eterna, no como sus antepasados que comieron del maná en el desierto y murieron, ¡No! Yo soy el pan vivo que descendió del cielo, si alguno comiere de este pan, vivirá eternamente, y este pan que es mi carne, yo la daré, por la vida del mundo.
            Es obvio, que el Señor Jesús les esta revelando que su carne (cuerpo) será ofrecido como sacrificio, por la vida del mundo; y sobre esta base de fe, esta carne y sangre, así sacrificada a de ser comida y bebida; esto es, apropiada para sí, a fin de permanecer en él y él en nosotros por la fe, hasta la resurrección  en el día postrero. (Que habite Cristo por fe en vuestros corazones, Ef.3:17)
            Estas cosas pronuncio Jesús en la sinagoga, y al oírlas sus discípulos, dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
            El Señor conoce el escándalo que sus palabras  han causado, pero no revoca ni mitiga nada de lo pronunciado, antes insiste en su procedencia divina y manifiesta una vez más el sentido espiritual de sus palabras, como espíritu y vida, de tal forma que deshace por completo cualquier intento de interpretarlas en un sentido canibalista, como ellos lo hacen. vrs.52  En realidad ellos manifestaban de esta forma, su verdadero retroceso de Dios y cuan lejos estaban de lo establecido en Lev.17, cuya prohibición estaba claramente decretada; pues toda carne sacrificada, había de ser traída a la puerta del tabernáculo y ser ofrecida su sangre en el altar y de ninguna manera ser comida.
            Aquellas gentes salieron disgustadas y muchos de sus discípulos se volvieron atrás, y ya no andaban con él, dejando solo a los doce apóstoles; lo cual dio pie al Señor para formularles la siguiente pregunta.
¿Queréis acaso, iros también vosotros?
 I.-ESTA PREGUNTA ENCIERRA UN SENTIMIENTO  DE  FRUSTACIÓN
                La no comprensión de su enseñanza era evidente y queda relatada  en este capítulo, por las impresiones y actitudes de aquellas gentes, que tan solo les convenía como rey, (vrs.15) ante la realidad de la señal de la multiplicación de panes y peces: ¡Aún le increpan! ¿Qué señal que obras haces tú? (vrs.30)  murmuraban en cuanto les declaró que él era el verdadero pan descendido del cielo, (vrs.41/42) no llegaron al entendimiento espiritual sobre el comer su carne; entendiéndolo en un sentido literal de antropofagia, lo cual estaba prohibido por la ley. (Lev.17)
            Todo ese cúmulo de incomprensiones y la deserción de muchos de sus discípulos, causaron en él un sentimiento de frustración, al ver que todo ese esfuerzo por hacerles comprender que su palabra era toda ella en un sentido espiritual  e intimo, para que las personas que las oyeran, pusieran en ellas toda su confianza y fe, parecía inútil.
            Y de esta forma surge la pregunta a sus íntimos, a los que él escogió; expresando su estado de ánimo y frustración que como hombre no nos debe extrañar; puesto que él, en tal condición, no le podía ser extraño e insensible, la traición, el desprecio, el dolor y cuantas vicisitudes naturales a las que esta sujeta un ser humano: Y en todo eso, más que en nada, se parece Jesús a nosotros, porque siente y sufre, el desprecio, y la ingratitud, al no sentirse comprendido.
II.-  ESTA PREGUNTA VA DIRIGIDA A SUS APÓSTOLES.   
                Dijo Jesús a sus apóstoles: Porque los otros se habían vuelto atrás y no andaban con él: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Jesús quería tener una confesión, de cual seria la actitud de ellos ante tal situación de incomprensión y abandono.
            Entiendo yo, que más que una pregunta es una prueba dirigida a la libertad de elección. El no les suplica que se queden con él, sino que apela a su libre albedrío de decisión; no podían sentirse obligados a seguirle, pues él les dice: ¿Queréis?  Pone en la  voluntad de ellos la libre decisión. Pues lo cierto es que Cristo no quiere a nadie que le siga por la fuerza, por favor recibido o por deber. ¡No!, él solo reconoce el amor y la fe y esto es dado por el Padre. (vrs.44-65)  Esta actitud de seguimiento debe ser la fuerza motriz que ha de impulsar a todo hijo de Dios. Que el amor de Cristo nos constriña.(2ª.Cor.5/14)
            La pregunta que les hace, no va dirigida a sus inteligencias, ni alguna virtud de favores recibidos, ni siquiera va dirigida a que le tengan un sentimiento de pena o lástima; ¡No!  Cristo apela a la fidelidad en el andar con él por los caminos de la vida y a que le crean que el Padre le envío para que tengamos vida eterna.
            Pedro, parece haber comprendido lo suficiente de la persona y del mensaje de Cristo; el sabia que ningún otro maestro podía superar a Jesús en todas y cada una de las señales que él hacia siempre a favor de otros; comprendió la sumisión de Jesús al Padre que le envió, y del testimonio que constantemente daban de él.  (Vrs.37/40)  Por esta razón, el tuvo que responder haciéndose eco de los sentimientos de todos, diciendo: ¿A quién iremos?  Esto es, no podemos ir a nadie fuera de ti, porque; “tú solo tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”(Vrs.68/69)  Es el testimonio del conocimiento de las verdades cristianas, que tan solo pueden ser manifestadas por el asentimiento de la fe, que así responde.
            A estas declaraciones de Pedro, el Señor Jesús les hace una confesión, previniéndoles del peligro de apostatar de la fe, y profiere un vaticinio que pudiera ser un nuevo motivo de fe para todos los apóstoles cuando llegue a realizarse.   ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? (vrs.70)
            ¿No es cierto que estas palabras encierren una temible advertencia? ¡Y con qué profundo dolor debió pronunciarlas el Maestro!  Con todo, ahí esta él, para decirnos: “yo he rogado por ti, que tu fe no falte.” (Lc.22:32)
            Queridos todos, estas sencillas reflexiones, sobre la frustración de Jesús, ha de movernos a todos y a cada uno de nosotros, ha replantearnos nuestra actitud, frente al Cristo de Dios, y el efecto que pudiera producir en nosotros, ciertas deserciones de los que pudieran no andar con él, como debieran.
            Seguir al Señor fue la determinación de los apóstoles, y debe ser la nuestra; serle fieles reconociendo su poder divino. Y ante la pregunta formulada, nuestra respuesta ha de ser decisiva, en y para nuestra vida, de forma y manera que cambie nuestros gustos e intenciones del corazón, a fin de serle más fieles en ocasiones críticas, en la prueba, en la dificultad y en el dolor.    
           Que la contestación de Pedro, sea la nuestra también, de tal forma que confirmemos con ella, nuestra experiencia y fe.                                                                                        
“Señor, tú solo, tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”                                                                                     V. Ibáñez                    



           



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por su visita a este blogg. Si le gustado puede dejar su comentario.